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Una imagen llamativa, impactante. Un cuerpo mutilado, heridas, llantos, gente sufriendo, catástrofes. Todo vale. ¿Objetivo? Vender más ejemplares, captar más audiencia, llamar la atención.
Vivimos rodeados de fotografías escalofriantes, de imágenes violentas en los telediarios, y lejos de causarnos un fuerte trauma, despiertan más interés por la noticia. Generan una especie de atracción que nos invita a seguir leyendo, a seguir viendo y escuchando. Pero no se trata de un interés que nos conciencie, que nos haga darnos cuenta de lo cruel y crudo que es este mundo que habitamos, no.
Se trata de un interés en el que lo más que expresamos es lástima, pena, o rabia momentánea. Sí, momentánea. Vemos crudas noticias, miramos, atendemos (si es que procede), y seguimos comiendo. Nuestras vidas no cambian por lo que vemos, por lo que podamos sentir recibiendo este tipo de información.
Entonces, ¿para qué las publicamos? Porque generan consumo, morbo, y "conversación en el bar". Dan que hablar, pero nada más. Los escrúpulos de los medios se ven desplazados (si es que existieron en algún momento) para poder generar más beneficios.
Como contrapunto, no obstante, se puede decir que muchísimas veces saltan noticias de conflictos bélicos o "relaciones poco diplomáticas" entre grupos sociales o estados que no alcanzan un elevado grado de credibilidad hasta que no son apoyadas con crudas imágenes. Es un ejemplo que se ve muy bien reflejado en la película Hotel Rwanda, del director Irlandés Terry George. En esta película se retrata de forma bastante exhaustiva los hechos violentos vividos entre los "hutu" y los "tutsi" en la guerra civil de Ruanda, en el año 1994.
Pero esto no se restringe al consumo de los grandes medios de difusión, y a las empresas de información competentes. Blogs, fotógrafos freelance, o incluso ciudadanos desvinculados de la "información profesional" generan este tipo de productos para su propio consumo, o una menor difusión (en principio), pero que con el tiempo pueden llegar a tener un alcance mayor.
Como ejemplo de medio de difusión alternativo a los de las grandes audiencias, encontramos Nothing Toxic. Se trata de una página web dedicada a la publicación de vídeos violentos, sangrientos, desagradables, y que, para resumir, no son aceptados en otro tipo de webs más "políticamente correctas".
De todos modos, en España nos podemos considerar "casi afortunados", ya que no tenemos medios "puramente sensacionalistas", ya que los kioscos de lugares como Francia o Reino Unido se nutren de muchísima prensa amarillista.
Pregunta: ¿Te parece ético el sensacionalismo? ¿Es, al menos, útil?
Espero tu llamada.
Vivimos rodeados de fotografías escalofriantes, de imágenes violentas en los telediarios, y lejos de causarnos un fuerte trauma, despiertan más interés por la noticia. Generan una especie de atracción que nos invita a seguir leyendo, a seguir viendo y escuchando. Pero no se trata de un interés que nos conciencie, que nos haga darnos cuenta de lo cruel y crudo que es este mundo que habitamos, no.
Se trata de un interés en el que lo más que expresamos es lástima, pena, o rabia momentánea. Sí, momentánea. Vemos crudas noticias, miramos, atendemos (si es que procede), y seguimos comiendo. Nuestras vidas no cambian por lo que vemos, por lo que podamos sentir recibiendo este tipo de información.
Entonces, ¿para qué las publicamos? Porque generan consumo, morbo, y "conversación en el bar". Dan que hablar, pero nada más. Los escrúpulos de los medios se ven desplazados (si es que existieron en algún momento) para poder generar más beneficios.
Como contrapunto, no obstante, se puede decir que muchísimas veces saltan noticias de conflictos bélicos o "relaciones poco diplomáticas" entre grupos sociales o estados que no alcanzan un elevado grado de credibilidad hasta que no son apoyadas con crudas imágenes. Es un ejemplo que se ve muy bien reflejado en la película Hotel Rwanda, del director Irlandés Terry George. En esta película se retrata de forma bastante exhaustiva los hechos violentos vividos entre los "hutu" y los "tutsi" en la guerra civil de Ruanda, en el año 1994.
Pero esto no se restringe al consumo de los grandes medios de difusión, y a las empresas de información competentes. Blogs, fotógrafos freelance, o incluso ciudadanos desvinculados de la "información profesional" generan este tipo de productos para su propio consumo, o una menor difusión (en principio), pero que con el tiempo pueden llegar a tener un alcance mayor.
Como ejemplo de medio de difusión alternativo a los de las grandes audiencias, encontramos Nothing Toxic. Se trata de una página web dedicada a la publicación de vídeos violentos, sangrientos, desagradables, y que, para resumir, no son aceptados en otro tipo de webs más "políticamente correctas".
De todos modos, en España nos podemos considerar "casi afortunados", ya que no tenemos medios "puramente sensacionalistas", ya que los kioscos de lugares como Francia o Reino Unido se nutren de muchísima prensa amarillista.
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